domingo, 1 de enero de 2012

El viajero




Una vez, a un lejano pueblo de oriente, llegó un extranjero. Los lugareños, que se hallaban entretenidos en sus charlas acerca de lo generosas que estaban siendo las cosechas ése año, vieron al extranjero acercarse...

- ¡Buen día, viajero! - Dijo el más anciano de los lugareños que allí se encontraba, llamando la antención del extraño.

- Buen día, anciano. Estoy algo cansado del viaje y busco alojamiento...

- Bien, bien... ¿De dónde vienes, muchacho?

- De un sitio fantástico, estoy algo triste por haber dejado allí a mi familia y amigos. Es un sitio lleno de buena gente - dijo con añoranza el viajero.

- Bueno... pues has llegado al lugar indicado. En éstas tierras reina la misma paz y alegría que en las tuyas. Sé bienvenido y disfruta de nuestro hogar.

El extranjero se hizo uno más del pueblo y se quedó allí a vivir. Algún tiempo después, mientras trabajaba en el campo con el resto de lugareños y el anciano que le dio la bienvenida, apareció un nuevo viajero en el camino...

- Buenos días, soy nuevo en ésta tierra.

- Buenos días - respondió el mismo anciano - ¿De dónde vienes, muchacho?

- Vengo de una tierra muy lejana. La he dejado atrás para encontrar una nueva forma de vida. Allí de donde vengo solo hay gente mala que busca hacer daño. Tuve problemas con mi familia y con la gente que conocía y decidí marcharme de aquel lugar - comentaba triste el viajero.

- Bueno... creo que has ido a parar al lugar equivocado. Aquí la gente es exactamente igual.

El viajero, sorprendido, se alejó de aquel lugar cabizbajo, pensando en dejar atrás aquel lugar, encontrar un sitio para él y proseguir su marcha. El resto de lugareños y el primer viajero, contrariados, se acercaron al anciano...

- Pero anciano, ¿por qué le ha dicho eso? Le ha alejado de nuestras tierras...

A lo que el sabio anciano respondió:

- Los sentimientos de una persona no están en el mundo, sino dentro de su cabeza. Allá donde vaya, encontrará siempre lo mismo.